Dios como brújula en El Aaiún

Iago Franco Fernández. Médico. Voluntario en Caritas Prefectura Apostólica
No es difícil imaginar lo que Dios quiere hacer de cada uno de nosotros, pero puede resultar muy complicado concretar qué nos pide hoy. A veces, nuestra vida está tan llena de obligaciones, deseos y cadenas que olvidamos lo más importante. Pero, paradójicamente, cuantas más opciones tenemos para gastar nuestro tiempo, más necesario se vuelve contar con Dios como brújula de nuestra vida para elegir el camino que nos conduce a la felicidad.
Esto, como suele pasar, es más fácil decirlo que hacerlo. En los meses que estuve estudiando una oposición no dediqué a Dios el tiempo que me hubiera gustado, pero, por eso, creo que me invitó a dedicarle un mes una vez hecho el examen. Entonces, recomendado por un jesuita, me apunté al voluntariado de Cáritas en El Aaiún.
Sé que Dios está en todas partes, pero lo cierto es que, si Jesús volviera a visitarnos, seguramente elegiría una ciudad como El Aaiún. Y, posiblemente, ya la elige todos los días, porque allí se puede sentir a Dios más cerca en todo momento: en la hospitalidad de su gente, que tiene por costumbre abrir la puerta de su casa a desconocidos e invitarlos a su mesa; en cada saludo entre dos amigos, en el que se pasan varios minutos agradeciendo a Dios por todo lo que va bien en la vida del otro; en que no hace falta estar tan atento para ver la necesidad del prójimo; en que esta necesidad no es motivo para dejar de celebrar, pero sí que te brinda muchas más oportunidades para poder ayudar; en la devoción con la que rezan los musulmanes; y, también, en la alegría de las misas cristianas.
Igualmente, se ve la mano de Dios en la humildad y atención con la que el equipo de Cáritas trata a los recién llegados, escuchando sus propuestas e invitándoles a compartir sus ideas y a involucrarse hasta donde ellos quieran llegar con total libertad, en lugar de imponerles un trabajo concreto. A pesar de mi inexperiencia, verdaderamente, me hicieron sentir uno más del equipo: y esto es mucho más importante de lo que parece.
Quiero terminar este agradecimiento por la experiencia vivida con una llamada personal para ti: como decíamos antes, Dios está en todas partes, pero nosotros no podemos. Al intentarlo, acabamos sintiéndonos como un poco de mantequilla extendida sobre demasiado pan. A veces, puede ser muy útil alejarnos de nuestra rutina y dedicar un tiempo solo para Dios que nos ayude a “recalibrar” nuestra brújula y, ya sea en El Aaiún o en cualquier otro sitio, ¡¡anímate, porque vale la pena!!
La Coruña, 7 de marzo de 2025.