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TESTIMONIOS – Julián Llorente Díez

Testimonios de un servicio en El Aaiún y Dajla Julián Llorente Díez. Médico. Voluntario en Cáritas Prefectura Apostólica Hacer posible lo imposible Preocupado. Así me sentía desde hacía casi las dos semanas que llevaba en El Aaiún haciendo un voluntariado médico con Caritas. Todas las noches, cuando rezaba, le pedía a Dios lo mismo: que pudiera verle a través de las personas que se cruzaban en mi día a día. Y no pasaba. Pero Dios, en su infinita paciencia, me tenía reservado ese privilegio para un domingo. Esta fue la segunda vez que me topé cara a cara con el Señor en El Aaiún. Para ponernos en contexto, yo pasaba una consulta médica en un local de Cáritas. Allí iban pacientes que no podían permitirse pagar los medicamentos que los médicos les habían recetado o las derivaciones a otros especialistas o simplemente se sentían más seguros yendo allí. Era jueves y uno de los encargados del espacio de los niños, donde se pretende darles una cierta educación a los niños que no están escolarizados, me trajo a un niño. Tenía 5-6 años, no mucho más. Me lo traía porque le dolía mucho la muñeca y el responsable estaba preocupado por si se le podía haber roto algún hueso. Hablé con él. Noté en sus ojos lo que quería: que alguien le prestara atención unos minutos. Me dispuse a explorarle, le palpé e hice maniobras que me indicaron que no estaba roto. El responsable se tranquilizó. Pero el niño seguía con esa mirada. Fui a la sala donde teníamos la medicación, cogí crema y le di un masaje en la muñeca para calmarle el dolor. Cuando terminé, el niño salió corriendo de la consulta como un loco en busca de sus amigos, con una sonrisa que parecía imposible. Pero ese no fue el momento de encuentro con el Señor. El verdadero encuentro fue cuando, el domingo después de la misa, un niño se me acercó por la espalda corriendo en un desayuno que habían organizado para explicar el jubileo de la esperanza. El abrazo no llegó mucho más arriba de la rodilla. Cuando me giré a verle la cara, era él. El mismo niño que había atendido días antes. Me había reconocido. Estuvimos jugando un rato, pero volvió con su madre. Mientras yo conversaba con distintas personas, se me acercó de nuevo este niño con una sorpresa en su puño: un trozo de la galleta que estaba comiendo. Posiblemente fuese para él un tesoro. Me estaba dando parte de un tesoro. Y me invitó a probar el dulce que tanto placer le estaba dando al paladar. Repitió esta acción con todos los dulces que su madre le dejó probar. En ese primer compartir me di cuenta que Dios estaba en ese niño, que me devolvía en la ternura de un niño, en un trozo de su valiosa galleta, el cariño que yo le había dado. “Porque cuando tuve sed, me disteis de beber”. Y ambos, el niño y yo, teníamos sed de algo. Cuando haces de tu vida un instrumento de Dios y permites que Dios entre en tu vida y sea el centro, cuando le pones tu día a día en sus manos, hasta el más pequeño momento del día, Dios obra en ti. ¡Qué grande el Señor que nos ama y nos permite amar! Porque, a ese niño le hice posible lo imposible; haciendo él para mí posible lo que yo consideraba imposible. Pájaro multicolor De vuelta de la Asociación de Discapacitados de Dajla Semlali Mohamed Fadel, “Bouh”, da vida a la Asociación de Discapacitados de Dajla. Muy amigo de la comunidad de misioneros oblatos de la Inmaculada no pierde ocasión de invitar a los voluntarios de Cáritas a que conozcan la asociación. Y, cuando hay médicos, pide que se acerquen a pasar consulta: a regalar el tesoro del tiempo y la escucha. En los locales de la asociación todo rezuma limpieza, orden, profesionalidad, un cariño inmenso. Los rostros de los niños con discapacidad, más aún los de sus familias, revelan la importancia de mostrar amor, consideración, respeto. Julián Llorente, médico, comparte la huella que la visita le dejó en el alma: Son como pájaros. Los niños son como pájaros. Tienen la capacidad de volar a cualquier lugar del mundo, sin cansarse, sin un foco establecido. Son seres capaces de sorprender con la forma de su vuelo y el sonido que producen al chasquear su pico o golpearlo con la madera. Unos tienen pelaje pardo, son simples. Pero, el otro día me topé con unos pájaros muy coloridos, con un plumaje espléndido. No destacaban por su tamaño, sino por la variedad de tonalidades llamativas, que despertaron en mí cierta ternura. Desgraciadamente, los pájaros multicolor estaban enjaulados. Alguien los tenía custodiados en una jaula no muy grande. Había más de 10, pero no llegaban a 20. ¿Quién los había metido allí? No lo sé. ¿Estaban cuidados? Lo desconozco. Las intenciones que los hombres tuvieran con ellos no entraron en mi cabeza. Sólo sé que estaban enjaulados. Aunque los pájaros queden limitados en el espacio, pueden seguir volando. Aunque estén limitados, necesitan de amor. Y a eso me dediqué ese día: a darles amor con mis manos, con un abrazo, con una escucha activa de sus dolencias, con una exploración cuidadosa y un cariño enternecedor con todo lo que les rodeaba. Ya lo decía Santa Teresa de Calcuta: “Podemos curar las enfermedades físicas con la medicina, pero la única cura para la soledad, la desesperación y la falta de esperanza es el amor”. Y cuando atiendes a todos por igual, independiente de su plumaje, de su vuelo, de su alimentación o de su tamaño, consigues que los pájaros sientan ese amor. Los pájaros no me hablaban, pero yo conseguí entender de forma extraordinaria que esto era verdad: los pájaros salían de mi consulta piando de alegría. Y con eso, me basta. Cerrar una etapa Don de la gracia y compromiso misionero Así define el Papa Francisco la vocación: “un regalo

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TEMOIGNAGES – Julián Llorente Díez

Témoignages d’un service à Laâyoune et Dakhla Julián Llorente Díez. Médecin. Bénévole à Caritas Préfecture Apostolique Rendre l’impossible possible Inquiète. C’est ce que j’ai ressenti pendant près de deux semaines à Laâyoune, où je faisais du bénévolat médical avec Caritas. Chaque soir, lorsque je priais, je demandais à Dieu la même chose : que je puisse Le voir à travers les personnes que je rencontrais dans ma vie quotidienne. Et cela n’arrivait pas. Mais Dieu, dans son infinie patience, m’a réservé ce privilège un dimanche. C’était la deuxième fois que je me trouvais face à face avec le Seigneur à Laâyoune. Pour replacer les choses dans leur contexte, je fournissais des services de consultation médicale dans un centre de Caritas. Les patients s’y rendaient parce qu’ils n’avaient pas les moyens de payer les médicaments prescrits par les médecins ou d’être orientés vers d’autres spécialistes, ou tout simplement parce qu’ils s’y sentaient plus en sécurité. C’était un jeudi et l’une des personnes chargées de l’Espace Enfants, où l’on essaie de donner une certaine éducation aux enfants qui ne vont pas à l’école, m’a amené un garçon. Il avait 5-6 ans, pas beaucoup plus. Il me l’a amené parce qu’il avait très mal au poignet et que le responsable craignait qu’il ne se soit cassé un os. Je lui ai parlé. J’ai perçu dans ses yeux ce qu’il voulait : que quelqu’un lui accorde de l’attention pendant quelques minutes. Je suis allé l’explorer, je l’ai palpé et j’ai fait des manœuvres qui indiquaient qu’il n’était pas cassé. Le responsable s’est calmé. Mais le garçon avait toujours ce regard. Je suis allée dans la salle où nous avions les médicaments, j’ai pris de la crème et j’ai massé son poignet pour calmer la douleur. Quand j’ai eu fini, le garçon est sorti de la salle de consultation comme un fou à la recherche de ses amis, avec un sourire qui semblait impossible. Mais ce n’était pas le moment de la rencontre avec le Seigneur. La vraie rencontre, c’est quand, le dimanche après la messe, un petit garçon s’est précipité sur moi par derrière, lors d’un petit déjeuner organisé pour expliquer le Jubilé de l’Espérance. L’étreinte n’a pas dépassé le genou. Lorsque je me suis retourné pour regarder son visage, c’était lui. Le même garçon que j’avais servi quelques jours auparavant. Il m’avait reconnu. Nous avons joué un moment, mais il est retourné auprès de sa mère. Pendant que je parlais à d’autres personnes, ce garçon est revenu vers moi avec une surprise dans son poing : un morceau du biscuit qu’il était en train de manger. C’était probablement un trésor pour lui. Il me donnait une partie d’un trésor. Et il m’invitait à goûter la friandise qui donnait tant de plaisir à son palais. Il a répété ce geste avec toutes les friandises que sa mère lui faisait goûter. Dans ce premier partage, j’ai compris que Dieu était dans cet enfant, qu’il me rendait avec la tendresse d’un enfant, dans un morceau de son précieux biscuit, l’affection que je lui avais donnée. « Car lorsque j’ai eu soif, tu m’as donné à boire ». Et l’enfant et moi avions soif de quelque chose. Quand tu fais de ta vie un instrument de Dieu et que tu permets à Dieu d’entrer dans ta vie et d’en être le centre, quand tu remets ta vie quotidienne entre ses mains, même le plus petit moment de la journée, Dieu agit en toi. Comme il est grand le Seigneur qui nous aime et qui nous permet d’aimer ! Car à cet enfant, j’ai rendu possible l’impossible ; j’ai rendu possible ce que je croyais impossible. Oiseau multicolore Revenant de l’Association pour les handicapés de Dakhla. Semlali Mohamed Fadel, « Bouh », donne vie à l’Association pour les Handicapés de Dakhla. Ami proche de la communauté des Missionnaires Oblats de l’Immaculée, il ne manque jamais une occasion d’inviter les bénévoles de Caritas à faire connaissance avec l’association. Et quand il y a des médecins, il leur demande de venir rendre visite : un trésor de temps et d’écoute. Dans les locaux de l’association, tout respire la propreté, l’ordre, le professionnalisme et une immense affection. Les visages des enfants handicapés, et plus encore ceux de leurs familles, révèlent l’importance de l’amour, de la considération et du respect. Julián Llorente, médecin, nous fait part de l’impression que la visite a laissée dans son âme : Ils sont comme des oiseaux. Les enfants sont comme des oiseaux. Ils ont la capacité de voler partout dans le monde, sans se fatiguer, sans but précis. Ce sont des êtres capables de surprendre par la forme de leur vol et le bruit qu’ils font en claquant du bec ou en frappant du bois. Certains ont une fourrure brune, ils sont simples. Mais l’autre jour, j’ai rencontré des oiseaux très colorés, au plumage splendide. Ils ne se distinguaient pas par leur taille, mais par la variété de leurs teintes, qui ont éveillé en moi une certaine tendresse. Malheureusement, les oiseaux colorés étaient en cage. Quelqu’un les avait mis dans une cage pas très grande. Il y en avait plus de 10, mais pas plus de 20. Qui les a mis là ? Je ne sais pas qui les a mis là. Est-ce qu’ils les ont soignés ? Je ne sais pas. Je n’ai jamais pensé aux intentions de ces hommes à leur égard. Je sais seulement qu’ils étaient en cage. Même si les oiseaux sont limités dans l’espace, ils peuvent toujours voler. Même s’ils sont limités, ils ont besoin d’amour. Et c’est ce que j’ai fait ce jour-là : leur donner de l’amour avec mes mains, en les prenant dans mes bras, en écoutant activement leurs maux, en explorant attentivement et avec une tendre affection tout ce qui les entoure. Sainte Thérèse de Calcutta a dit : « Nous pouvons soigner les maladies physiques avec des médicaments, mais le seul remède à la solitude, au désespoir et à la désespérance, c’est l’amour. Et lorsque vous vous occupez de tout le monde de la même manière,

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Testimonios – Iago Franco

Dios como brújula en El Aaiún Iago Franco Fernández. Médico. Voluntario en Caritas Prefectura Apostólica No es difícil imaginar lo que Dios quiere hacer de cada uno de nosotros, pero puede resultar muy complicado concretar qué nos pide hoy. A veces, nuestra vida está tan llena de obligaciones, deseos y cadenas que olvidamos lo más importante. Pero, paradójicamente, cuantas más opciones tenemos para gastar nuestro tiempo, más necesario se vuelve contar con Dios como brújula de nuestra vida para elegir el camino que nos conduce a la felicidad. Esto, como suele pasar, es más fácil decirlo que hacerlo. En los meses que estuve estudiando una oposición no dediqué a Dios el tiempo que me hubiera gustado, pero, por eso, creo que me invitó a dedicarle un mes una vez hecho el examen. Entonces, recomendado por un jesuita, me apunté al voluntariado de Cáritas en El Aaiún. Sé que Dios está en todas partes, pero lo cierto es que, si Jesús volviera a visitarnos, seguramente elegiría una ciudad como El Aaiún. Y, posiblemente, ya la elige todos los días, porque allí se puede sentir a Dios más cerca en todo momento: en la hospitalidad de su gente, que tiene por costumbre abrir la puerta de su casa a desconocidos e invitarlos a su mesa; en cada saludo entre dos amigos, en el que se pasan varios minutos agradeciendo a Dios por todo lo que va bien en la vida del otro; en que no hace falta estar tan atento para ver la necesidad del prójimo; en que esta necesidad no es motivo para dejar de celebrar, pero sí que te brinda muchas más oportunidades para poder ayudar; en la devoción con la que rezan los musulmanes; y, también, en la alegría de las misas cristianas. Igualmente, se ve la mano de Dios en la humildad y atención con la que el equipo de Cáritas trata a los recién llegados, escuchando sus propuestas e invitándoles a compartir sus ideas y a involucrarse hasta donde ellos quieran llegar con total libertad, en lugar de imponerles un trabajo concreto. A pesar de mi inexperiencia, verdaderamente, me hicieron sentir uno más del equipo: y esto es mucho más importante de lo que parece. Quiero terminar este agradecimiento por la experiencia vivida con una llamada personal para ti: como decíamos antes, Dios está en todas partes, pero nosotros no podemos. Al intentarlo, acabamos sintiéndonos como un poco de mantequilla extendida sobre demasiado pan. A veces, puede ser muy útil alejarnos de nuestra rutina y dedicar un tiempo solo para Dios que nos ayude a “recalibrar” nuestra brújula y, ya sea en El Aaiún o en cualquier otro sitio, ¡¡anímate, porque vale la pena!! La Coruña, 7 de marzo de 2025.

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Une journée de recollection. Avec Jésus au désert.

Le samedi 5 avril, la paroisse Saint François d’Assise de Laayoune a organisé une sortie-collecte en anglais. Le lieu choisi était « El Sabor de Sahara », au nord de Laayoune. Une vingtaine de paroissiens de la paroisse y ont participé. Une expérience enrichissante pour vivre le Carême et se préparer à la Semaine Sainte. L’endroit, « quand le vent le permet », est un lieu idéal pour une journée de recueillement et de prière. 20 paroissiens « anglophones » de la paroisse ont passé une belle et enrichissante journée au camping, situé à 500 mètres des dunes. Avec des méditations sur les tentations de Jésus, le jeûne, la prière, l’aumône et les œuvres de charité, nous avons passé un temps de prière et de réflexion sur nos propres tentations et notre tempérance, notre prière et notre amitié avec Dieu, et notre charité et notre amour de Dieu et du prochain. Après le déjeuner, nous avons pu passer un long moment à partager nos expériences et notre foi, nous enrichissant et nous encourageant mutuellement dans notre foi, pas toujours facile à vivre sur cette terre qui nous accueille. Enfin, avant de rentrer, nous sommes allés ensemble dans les dunes pour découvrir le désert « en personne ». Nous nous sommes promenés, nous avons joué, nous avons regardé le coucher de soleil… Il y a même eu un concours improvisé de saut dans les dunes. Saint Carême et Bonne Semaine Sainte ! Voici quelques belles photos !

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DIMANCHE DE FAMILLE À LAAYOUNE – MOIS DE MARS

En cette année jubilaire, la paroisse Saint-François d’Assise célèbre les anniversaires de ses paroissiens le dernier dimanche de chaque mois. C’est aussi l’occasion d’accueillir tous les nouveaux venus, de dire au revoir à ceux qui doivent partir et de créer une ambiance familiale. Ce 30 mars n’a pas fait exception à la règle – félicitations à tous ceux qui fêtent leur anniversaire ! Qu’elle soit une année pleine de bénédictions ! En guise de cadeau pour ceux qui fêtent leur anniversaire, la paroisse a préparé une tasse du jubilé en souvenir de cette journée et de l’Espérance qui nous habite. Les personnes fêtant un anniversaire ont apporté un gâteau ou une tarte pour inviter tout le monde. Dans l’ensemble, ce fut une journée joyeuse et magnifique. Une fête de famille en ce 4ème dimanche de Carême, appelé aussi « dimanche de la joie ». Jamais mieux dit ! Félicitations, bienvenue et merci ! Voici quelques photos.

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Dimanche de Caritas à Laayoune

Aujourd’hui, dimanche 23 mars, profitant de la parabole du figuier et du fruit (Lc 13, 6-9), la paroisse Saint-François d’Assise a célébré le dimanche de la Caritas. A la fin de l’Eucharistie, Francesco, un jeune scolastique oblat de Marie Immaculée, a expliqué ce qu’est Caritas, comment elle fonctionne dans la paroisse de Laayoune, et comment nous pouvons tous l’aider. Le vendredi précédent, le chemin de croix avait également été préparé par l’équipe de Caritas, nous aidant à prier avec les « croix » de tant de personnes qui souffrent et vivent leur « chemin de croix » dans la ville de Laayoune. Chaque mois, l’un des dimanches est consacré à Caritas, afin de montrer le lien entre ce ministère paroissial et la communauté paroissiale au nom de laquelle il est exercé. Ce dimanche, la totalité de la collecte de la messe est destinée à Caritas Parroquial. En ce dimanche 23 mars, la collecte a été de 1572,50 dhs. qui iront aider les pauvres de notre paroisse Caritas de Laayoune. Merci beaucoup à vous tous !

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